Como la mayoría de los felidos es un animal solitario. Por lo general los adultos sólo se encuentran
para el cortejo y el apareamiento (aunque se han constatado casos anecdóticos
de socialización) y suele establecer un amplio territorio y defenderlo.
En el caso de las
hembras estos territorios, que miden entre 25 y 40 km, pueden superponerse, pero los
animales suelen evitarse entre ellos. Los de los machos cubren aproximadamente
el doble de superficie, con una extensión que varía según la disponibilidad de
presas y espacio.
Utilizan vocalizaciones, arañazos en los
árboles, orina y heces para marcar su territorio.
Como los demás miembros del
género panthera, y a diferencia del resto de félidos, Panthera onca es capaz de rugir,
gracias a su alargada y especialmente adaptada laringe y su unión al hueso hioides.
El macho ruge más fuerte, y lo hace
habitualmente para advertir o disuadir a posibles competidores por el
territorio y las hembras; en estado salvaje se han observado intensas
competencias de rugidos entre individuos. Su rugido a menudo se asemeja a una
tos repetitiva; también pueden vocalizar maullidos y gruñidos.
Se producen
combates entre machos por las hembras, pero son raros, y en estado salvaje se
ha observado una tendencia a evitar los enfrentamientos; cuando éstos ocurren
suelen ser conflictos territoriales: el territorio de un macho puede abarcar el
de dos o tres hembras, y no tolerará intrusiones de otros machos adultos.
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